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La indecencia se da el lujo de negarle el trato a la dignidad

Hugo Chávez rompe relaciones diplomáticas con Colombia.

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com
Posted on July 23/2010

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Estaba loquito por hacerlo. Chávez. Romper relaciones diplomáticas con Colombia. Y lo acaba de hacer. Públicamente, en la televisión, enunciando las decisiones del gobierno en tanto que política de estado frente a una cámara y un micrófono, tal cual aprendió del mentor que escogió para sí, Fidel Castro. A su lado, atento, con inusitada mezcla de despiste y atención —como quien no entiende ni un pepino—, estaba Diego Armando Maradona, con su cara de simio estupefacto —¿estúpido de facto?—, el homúnculo más breve del mundo, el que se termina en las choquezuelas, pues de éstas hacia arriba, nada…

Desde hace tiempo Chávez se afana infructuosamente en quebrar los vínculos plenipotenciarios entre Caracas y Bogotá. Gracias a la mesura y serenidad de estadista de Álvaro Uribe Vélez esto no ha ocurrido, pero tras el demoledor anuncio que indica que Colombia cuenta con pruebas fehacientes de que la guerrilla de las FARC anida en Venezuela, y con Santos en el horizonte, Chávez finalmente ha hallado el anillo al dedo. Al dar este paso, el dictador por elección pretende beneficiarse de un factor predilecto de las tiranías de izquierda, que siempre procuran: el aislamiento. En lo adelante las fricciones entre ambas naciones, con la ausencia del emoliente que por lo menos representa un par de consulados a cada lado, no podrán ser siquiera dialogadas. Chávez, jugando el papel del ofendido, se pasará la vida quejándose y haciendo la víctima, calificando de calumnias a las diáfanas denuncias de Colombia. Y hay otro factor. A diferencia de Castro —de quien además de la lección del enquistamiento útil tomó la de fabricar un enemigo con infatigable vocación por el acoso—, Chávez, innovador en la ignominia, le ganó al dinosaurio de La Habana como hacedor de antagonismos de ficción; Castro se dibujó un solo adversario —Estados Unidos—, que le ha resultado más que suficiente por medio siglo para servir su mesa de sofismas. Pero resulta que el grumete ha superado al capitán, pues el zambo de Barinas se ha inventado y ahora tiene dos: Además del “imperio”, Colombia. Todo ello con la gran sorpresa de que ésta ahora ya lo es "legalmente" —así lo certifica la ruptura—, dejándole el segundo lugar en ciernes al gigante del Norte que, desde los gobiernos de Clinton y Bush, y ahora de Obama, ha sorteado con tino sus provocaciones y, pacientemente, no se ha dejado tentar por el arrebato para romper las relaciones con él.

Más esta movida de Chávez es sólo una estrategia indecentemente oportunista, carente en su propio génesis de una ulterior subida de parada: No habrá guerra. Para quienes les preocupe un conflicto armado colombo-venezolano —perdón, al revés—, no deben peder el tiempo ni dinero comprando pastillas para conciliar el sueño… a pesar de cuanto general chavista, ¡uuuuuuh!, asuste a la gente en la televisión con declaraciones apocalípticas, y tropas del ejército venezolano se desplacen hacia la frontera con uniformes de camuflaje comprados en la China. Aunque Chávez y su antorcha le hayan metido candela a los puentes de la diplomacia hacia Colombia, todo lo que él quiere, empleando un término pugilístico, es mantener bajo jabeo el vecino al Oeste. Pero de lucha greco-romana, olvídelo. Pura bamboya alarmista, que el irredento agitador de Miraflores necesita para sostener su amperaje medíatico. Plata para simulacros que podrían ser tan realísticos como dedicados ensayos generales de episodios bélicos tiene, y mala idea le sobra. Pero Chávez todo lo que necesita es tiempo para maquillar la presencia de la guerrilla en su selva colindante y mimetizarla con el despliegue de sus soldados para confundir al ojo fotográfico del satélite cenital que le espía.

Con la ruptura de relaciones, Chávez distrae la atención de su emplazamiento en la OEA… aunque con Insulsa allí, siempre dispuesto a tirarle la toalla —¡me acuerdo de la mugrienta de Tiro Fijo!—... ¿para qué tanto dale que dale?

La historia del Titanic aburre a quienes la han escuchado varias veces… pero no al que la oye por primera vez. Y como siempre habrá oídos noveles, Chávez apuesta por la mala memoria colectiva de las naciones y por la ignorancia de las nuevas generaciones, verdes y desconocedoras. Por eso este P4R de enfrentamiento diplomático con Colombia, una vieja movida con ropita recién almidonada, puesta en bandeja de falsa moralidad y con asideras de pretextos. Los que hemos visto cómo la hizo Castro en el pasado, podemos identificarla, desenmascararla e incluso anticiparla. Pero Chávez la presenta cual de estreno a los desmemoriados y a la arcilla fresca de la juventud venezolana, plástica y moldeable, que él necesita.

Colombia podría estar sorprendida, pero no ofendida: La dignidad y el civismo están en su cancha. Mientras, la vulgaridad, la falacia, la manipulación, la deshonra, el embuste, el deshonor y la infamia, se le salen por el hueco del bolsillo a Chávez y van quedando como huellas de su andar que permiten seguir su rastro. La indecencia rompe con la indignidad. Tonta ella que, además, simula afrenta...

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