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Se cumplieron los primeros 12 meses de mandato del hermano menor de Fidel Castro, cuando en el verano del 2006 el dictador, gravemente enfermo, le traspasara toda su autoridad, provisionalmente. El 24 de febrero del año pasado Raúl fue oficialmente certificado como el ejecutivo supremo de la Revolción tras el retiro del Convaleciente en Jefe. Entonces, hasta algunos de los más acérrimos detractores de los Castro albergaron la idea de que Raúl apadrinaría reformas en la política del gobierno comunista de La Isla... pero ha pasado un año y, ¿dónde están los cambios?
 

Camarones, ¿dónde están los mamoncillos?... Mamoncillos, ¿dónde están los camarones? / De una guaracha de Miguel Matamoros.

por Pepe Forte/Editor de iFriedegg.com

Posted on Feb. 25/2009


El 24 de febrero del 2009 cierra el primer año de gobierno de Raúl Castro en Cuba. Raúl fue designado por el propio Fidel como su sucesor el 31 de julio del 2006 cuando el dictador hizo una transferencia provisional de poder a él, a consecuencia de una emergencia médica. Desde entonces el mundo ha creído que fue en ese punto que Fidel Castro señaló a Raúl como heredero de su mallete omnímodo, pero en realidad la primera vez que anunció ese deseo expreso suyo fue en 1987 en una entrevista con el periodista italiano comunista Gianni Miná, que éste convirtió luego en un libro titulado "Un Encuentro con Fidel"*. Más recientemente, el 24 de febrero del año pasado, en la cita anual de la Asamblea Nacional, Raúl Castro fue certificado oficialmente como el máximo líder de la revolución, al tiempo que Fidel, retirado —o semi retirado—, imploraba que apenas le reservaran un rinconcito en el periódico Granma donde publicar sus alucinaciones escritas que él —o quien las redacta a su nombre— llama "Reflexiones" . El escuálido anciano, en un conmovedor acto de humildad digno de "El Derecho de Nacer", sugirió tolerante que "no tiene que ser necesariamente en la primera plana"...

Pero qué importa si el dedazo fue hace 2 ó 22 años. Lo que cuenta es que tras 12 meses se desinfló el globo de la ilusión de incluso los más incisivos detractores de los Castro que suponían o aspiraban a que Raúl fuese la pieza de cambio en Cuba. Muchos analistas estaban convencidos que Raúl era el reformista, el aperturista que podría protagonizar una reedición de la perestroika, si bien tropicalizada y sobre todo desfasada... mas ni tal.

La primera docena de meses de Raúl Castro en el poder no mermó ni un ápice la represión contra la magra oposición cubana, eso si acaso no recrudeció más. Y aunque ha anunciado algunas "liberaciones" en la esfera económica doméstica del país —como el "descongelamiento" de las restricciones a la vivienda y la flexibilización de algunas licencias para trabajadores por cuenta propia—, la desesperanza y las privaciones de orden material y abstracto continúan coronando diariamente la vida de los cubanos de La Isla.

Algunos expertos vaticinaron que los supuestos cambios que Raúl Castro haría estarían enmarcados por la eventual nueva administración demócrata si Barack Obama ganaba la presidencia, nunca antes. Obama ganó y en realidad probablemente aún sea muy temprano para medir si la batuta de Raúl ha pendulado en una u otra dirección, pero lo cierto es que hasta ahora nada ha pasado y, lo peor, que los antecedentes que componen sus decisiones de los últimos meses hacen pensar que nada cambiará. Un mensaje es muy fuerte: Raúl Castro ha reanimado al vejestorio ejecutivo histórico de la dirigencia de la Revolución, que puede ser cualquier cosa menos proclive al cambio. Abelardo Colomé Ibarra, Ulises Rosales del Toro, Juan Almeida Bosque y el siniestro Ramiro Valdés entre otros, han recibido una rehabilitadora dosis anabólica de poder y han regresado llenos de canas y con la próstata inflamada a sentarse ante el tablero de mando de país.

Raúl Castro fertiliza su alianza con Hugo Chávez e intenta solidificarla aunque a duras penas porque no es él el favorito del dictador de urna venezolano, sino su convaleciente hermano, y además se desdobla nostálgico del pasado stalinista en reciente visita a Moscú, donde se reunió con el peligroso Putin que no ha logrado drenar la toxicidad comunista de su alma.

Pero quién sabe si a pesar de las apariencias y los antecedentes, en verdad, allá en el fondo de su mente, Raúl Castro es un reformista en ciernes, frustrado por un par de escenarios que nos permitimos imaginar: Uno, el desgano de la edad que lo hunde en una abulia de la que sólo emerge cuando anima sus tardes habaneras desde su bunker libando ambarinos licores de etiqueta negra. Dos, que Fidel Castro, irreductible como He-Man, a pesar de las tandas de cloroformo conserva su lucidez aunque sólo la emplee maquiavélicamente, y así, de cuando en cuando, sabotea y desarticula con una de sus 'reflexiones' todas las proyecciones intrinsecamente liberaloides de su hermano menor. El más reciente de estos episodios ocurrió hace apenas días cuando Fidel publicó una opinión descortés hacia el gobierno chileno en momentos en que su presidenta, Michelle Bachelet, se encontraba en La Habana invitada protocolarmente por Raúl. Y si no es Castro quien tira estas coces, entonces es una facción del establishment cubano que mantiene vivo el más rancio pensamiento del comandante, y que tiene tanto poder como para oponerse al ala raulista.

Quizás estos dos escenarios son —repetimos— imaginados, y entonces queda una sola e irrazonable alternativa, probablemente más hipotética aún: que el gobierno comunista cubano es un fenómeno monolítico, que en esencia sigue siendo lo mismo de siempre y aspira a perpetuarse tal cual le hemos conocido. Este gobierno coherente y parejo so, acude entonces a la elemental lógica del poder castrista de que, si el cambio conduce a la muerte del statrus quo, y si a la vez mantener el status quo encierra su desaparición, ¿para qué cambiar entonces?

Ya sea por una razón o por otra, una triste certeza deja el primer año de gobierno de Raúl Castro: que él no es para Cuba lo que a la Unión Soviética fue Mijail Gorbachev, a Polonia el General Wojciech Jaruzelski, y mucho menos el Egon Krenz de la hoy extinta Alemania Oriental.

 

*A continuación, facsimil de la página 354 del libro "Un Encuentro con Fidel", de Gianni Miná, editado en Cuba en 1988 por la Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, donde Fidel Castro revela al periodista italiano en entrevista que éste le realizara el año antes que su hermano Raúl Castro sería su sucesor. Es importante destacar que aunque en el segundo párrafo Castro dice que desde el principio de la Revolución se había decidido que Raúl era "la persona más indicada" (el entrecomillado corresponde al cuarto párrafo), nunca antes en Cuba, hasta este díalogo con Miná, por conveniencia psicosocial, se abordó tan francamente la posibilidad de su muerte: