PAQUITO D' RIVERA y su amor a primera vista

Entrevista telefónica al célebre saxofonista cubano

por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com y conductor del programa radial AUTOMANIA de WQBA 1140 AM Univisión Radio. Miembro fundador de SAMA. Todas las fotografías del autor.

Published on AUTOMUNDO magazine in 2006

 

Los talentos del músico cubano Paquito D’Rivera son innumerables y de todos conocidos; jazzista excepcional, saxofonista y clarinetista virtuoso, niño prodigio de la música... Y ahora que estamos en lo de niño: junto con su pasión de infancia por el saxofón, Paquito tiene otra desde los 8 años, acaso menos conocida, cuando quedó flechado —y para toda la vida— por una visión en azul y blanco.

—Lo del Chevrolet ‘57 me nace de un día en que yo estaba con mi padre en la esquina de Infanta y 23, en La Rampa, en La Habana, Cuba, donde se encontraba Ambar Motors*, una de las vidrieras más lindas que yo he visto en mi vida. Era angular, como en forma de quilla de barco. Y tras aquel cristalón enorme estaba sobre una plataforma un Chevrolet modelo 1957, azul y blanco, de dos puertas sin columnas y bandas blancas. Yo me quedé con la boca abierta y le pregunté a mi papá, 'y esto, ¿qué cosa es?'. Y mi padre me dijo, 'son los nuevos Chevrolets del ‘57'. Eso fue como en septiembre del ‘56, y yo le dije, 'papá, ¿por qué no te compras uno?' Y él me contestó, '¿con qué se sienta la cucaracha? ¿Tú estás loco? ¡Eso vale mil quinientos pesos!'.

Un conversador que cautiva, siempre de buen humor, Paquito es un hombre que ríe y hace reír fácilmente.

—Este teléfono por el que estoy hablando, casualmente tiene forma de un Chrvrolet ‘57, azul y blanco, igual que el mío... ¡y lo compré en un flea-market!

La entrevista, originada en Miami, es telefónica. Del otro lado del hilo, en New Jersey, está el célebre jazzista, y el motivo de ella es que Paquito, amante de los autos clásicos, nunca olvidó aquel amor a primera vista y hoy es el feliz propietario de un impecable Chevy ‘57, exacto al que vio hace casi medio siglo en una esquina habanera.

—Nunca se me quitó aquel carro de la mente. Nunca lo pude tener en Cuba. Entonces justo el día de mi cumpleaños, el 4 de junio del 2001 compré un Bel Air ‘57, igual que aquel, en condición “restaurable”. Es decir, no había chocado... tenía poca oxidación. Querían 11 mil por el carro...

Así, adquirió el auto y se fue a ver al experto que lo restauraría.

—El carro era rojo —revela Paquito—, y el restaurador me preguntó, ¿tú lo quieres rojo? Y le dije, ¡no, yo lo quiero azul y blanco como el que yo vi en la vidriera de Ambar Motors en Cuba!

Meses después y un número de cheques que Paquito prefiere olvidar, el auto de los sueños del músico estuvo listo como traído por una máquina del tiempo que viajara a la bella Habana en aquel otoño de 1956.

—¡Si yo llego a imaginarme lo que me iba costar este carro..! Entre una cosa y otra se montó en 85 mil dólares. Por supuesto que no puedes venderlo en ese precio. Mi carro podría estar hoy entre 55 y 60 mil dólares. Pierdes dinero.

Pero a la larga lo que cuenta no es el costo, sino la satisfacción... aquí habría que aplicar lo de ‘que te quiten lo bailao’.

—Es un auto fascinante —insiste Paquito—. Te cuento una anécdota: cuando lo estaban restaurando, pasó un vecino puertorriqueño y me dijo, ¿usted sabe por qué los americanos no hicieron ese carro más bonito en el 57?, y yo le dije no, no sé, y él me contestó, ¡pues porque no pudieron!

 

Paquito D’Rivera es también un fanático de Volkswagen.

—Tuve un ‘62 hasta hace poco y tengo un ‘73 Super Beetle, y muchos en miniatura. En casa mi mujer me “asignó” un espacio a la entrada donde tengo una estantería para ellos pero, imagínate... ¡ya están por todos lados!

Mas, nada supera a la emoción de sentirse al volante del auto que por años fue su amor platónico.

—Sí, yo salgo a la calle con mi Chevy ‘57 azul y blanco. Y mi mujer me ha dicho, ¿sabes, Paquito?, cuando pasas con el carro, le arrancas una sonrisa a la gente. Este carro hace sonreír a la gente.

 
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