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por PEPE FORTE. Publicado en TheCarConnection.com en español.

Su manejo es tan dócil como el de un sedan.

El debutante Mitsubishi Outlander puede considerarse un crossover, de ahí esa multiplicidad de funciones, y capacidades que ofrece, y la amalgama de sensaciones que crea al conducirlo. Tantas, que se hace difícil encasillarlo.

Dentro se siente amplio y cómodo [es que lo es]. El diseño de cabina es agradable y tal vez su punto más notable es el agudo plano inclinado en que se ubican los controles de audio y climatización al centro de la consola. Los diseños de corte redondo son muy coherentes con todo el resto del dibujo y el acabado, aunque sin grandes pretensiones, es funcional y digno.

 

Igualmente atractivo es el diseño de los relojes, de doble bóveda.

Disponible en dos cortes, el LS y el XLS, el Outlander funciona como alternativa al Endeavour, también de reciente introducción, y que pretende llenar el vacío que dejó el magnífico Mitsubishi Montero Sport.

El Outlander, aún enmarcado como SUV, tiene modales más urbanos y no es tan marcadamente varonil como lo era el Montero Sport, cosa relativamente presente en el Endeavour ahora. No es un auto de egoísmos, sino abierto a una demográfica más amplia y ecléctica. Es un coche favorecido por igual por sexo, perfil y edades, aunque es muy popular entre las conductoras, según estadísticas. Pero aún queda mucho por ver. Es apenas un vehículo en pañales.

Su diseño exterior denuncia dinamismo, flexibilidad y ligereza. Y es tan utilitario como deportivo, sin que una característica se sobreponga a la otra.

Resulta extremadamente atractivo el diseño del rack sobre el techo, una magnífica combinación de apariencia de plástico con aluminio, y sin la cual no luciría tan bien.

Como en el caso del Isuzu Axiom, el frente es casi arquitectónico, y guarda algunas semejanzas en dibujo con los Subarus Outback y Forester.

Entre amenidades estándar y opcionales, el prolijo paquete del Outlander incluye llantas de aleación de 16″, luces automáticas, grille y retrovisores del color del auto, esquema de color de dos tonos, y cristal de privacidad trasera, entre otros. En el modelo mejor dotado se puede tener vestidura de piel, asientos de 8 posiciones ajustables eléctricamente, varias tomas de 12-vatios, abundantes portavasos y anclajes de arrastre. Pero la compañía ofrece un espléndido array de accesorios cosméticos o utilitarios, tales como deflector para el sunroof y máscaras anti-insectos para la nariz del vehículo.

El Outlander encara el camino con su motor SOHC de 2.4-litros, 16 válvulas y 4 cilindros para 140 hp y 157 libras de torsión o torque, conectado a una transmisión automática Sportronic secuencial de 4 velocidades. La suspensión es independiente en las cuatro ruedas gracias a los amortiguadores MacPherson en el tren delantero y muelles de espiral. Posee barras estabilizadoras delante y detrás.

La capacidad de carga trasera no es la de un Ford Expedition, pero llena la necesidades de cualquier familia. Ese espacio aumenta al abatir el asiento trasero mediante una operación humanizada, fácil de efectuar. La puerta trasera provee acceso adecuado.

En cuanto a seguridad, ofrece frenos de disco ventilados delante y de tambor detrás, bolsas de aire, y pestillos de seguridad para niños en las puertas traseras.

En maniobras apresuradas en la autopista (cambios de senda emergentes, por ejemplo) el Outlander ‘banquea’ un poco, pero es dócil de encarrilar nuevamente. Quizás una de sus particularidades principales es la rápida recuperación de la carrocería al enfrentar los asaltos de la inercia, como la zambullida ante el frenazo inesperado. Pero, como si estuviese entrenado para un default corrector, regresa con gran disposición a su desplazamiento normal.

La visibilidad es buena en 180º, mejor hacia el frente, pero en general se siente casi como un invernadero sobre ruedas.

La principal virtud de los llamados crossovers, el Outlander la posee: Es esa inexplicable combinación entre las prestaciones de una minivan, la docilidad de un sedan, y ciertos rasgos de un SUV, todo, en una dosificación difícil de balancear. Los fabricantes siguen apostando a que ésa es la tendencia del momento y por tanto hay que complacer a la audiencia con la canción que quieren escuchar. El Outlander es un magnífico intérprete…

Para cerrar: El Mitsubishi Outlander es la alternativa de rigor para los amantes de los productos de la compañía que no deseen ’subir’ al peldaño superior de otros SUV de la firma, como el igualmente debutante Endeavour o el Montero full size. Mas no sólo es cuestión de talla, es cosa de control y versatilidad.