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Obama Nobel

INMERECIDO y PREMATURO NOBEL a OBAMA

¿Qué le pasa al Comité Noruego del Nobel por la Paz? No dudamos que algún día —ojalá, ¿por qué no?— el actual presidente de los Estados Unidos sea agraciado con tan importante reconocimiento. Pero ahora, no...

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com /Ilustración fotográfica del autor.

Posted on Oct. 9/2009

En menos de una década el Siglo XXI me deja cada día con la boca abierta por los sucesos que protagoniza. Y no fue el horrible 911, sino una especie de extinción de certezas sobre cosas con las cuales uno contaba que estaban a salvo de males, o que nunca iban a pasar. Pero poco a poco ya no va quedando nada para la fe y la confianza. Como eso mismo, de que Estados Unidos nunca había sido atacado. Resulta que ahora chocan trenes en Disney World y se mueren niños tras abandonar un ride allí; una bacteria marina empeora las heridas en un baño de playa después que siempre se consideró sanadora el agua salada, y un jet intercontinental —el vuelo de Air France de Río de Janeiro a París— se cae en el Atlántico. Para colmo, Barack Obama, casi sin aviso, gana el Premio Nobel de la Paz.

No es el primer presidente norteamericano merecedor del reconocimiento. Lo ganaron anteriormente Teodoro Roosevelt en 1906, Woodrow Wilson en 1919, y Jimmy Carter, ya como expresidente en el 2002. Pero el premio a Barack Obama es exagerado, apresurado, prematuro, y de hecho y por tanto, inmerecido y erróneo. Carter hubo de esperar años para que le reconocieran por lo menos por un logro tangible de su autoría: los acuerdos de Camp David de 1978 que sellaron la paz entre Egipto e Israel (Anwar El Sadat y Menachem Begin). Carter además fue quien desempolvó el asunto de los Derechos Humanos en el mundo, aunque por su “vocación de paz” por otra parte metió la pata hasta la cintura con la firma del Convenio de Limitación de Armas Estratégicas SALT II con Leonid Brezhnev, su inmovilismo por la invasión soviética a Afganistán, y su torpe tratamiento al Sha de Irán, que desembocó en la crisis de los rehenes. Mas de pronto Obama, con apenas 10 meses en la Casa Blanca, es honrado como paladín de la paz en el orbe.

Respecto de la paz, Obama está lleno de propuestas, no de resultados. Llámele manidamente si quiere, “nobles y encomiables esfuerzos”. Y claro que los intentos, sobre todo si pertinaces y en contra de la corriente, siempre son admirables y plausibles. Pero en realidad Obama lo que ha hecho, al mejor estilo de Carter, es bajar bajar la guardia ante nuestros enemigos potenciales o declarados. Según la ingeniosa definición de la periodista Rosa Townsend, su política de All you Need is Love todavía está por ver si garantiza la tranquilidad planetaria —quiera Dios que no sea todo lo contrario—.

Obama fue a disculparse con el lado bueno del mundo musulmán que no preconiza la destrucción de la nación que preside, mientras que el flanco fanático de éste mantuvo las puertas cerradas a sus pétalos de rosa y puchas de margaritas. Obama ordena la clausura de la instalación del escudo anti-misiles en Polonia y la República Checa, y resulta que Iran lo recompensa con el lanzamiento de un cohete geopolítica y estratégicamente desestabilizador, al tiempo que en otra parte del mundo, Chávez compra armamento en demasía a Rusia. Es muy pronto para que, en base a estas movidas, el Comité Nóbel Noruego agracie tan por adelantado unas gestiones cuyos resultados todavía están por verse.

Obama no ha resuelto el conflicto de Afganistán ni de Iraq. ¿Que los heredó y que es muy pronto según el tiempo que lleva de presidente para ello? Es verdad pero, ¿acaso no estamos hablando de una tradición de premiar resultados?

El Premio Nobel de la Paz hace rato que viene cojeando y hace rato también que, por eso mismo, tiene tantos detractores que desde una esquina política critican no sólo su otorgamiento a ciertas figuras sino a sus candidaturas también. ¿Y sus motivaciones? Sería terrible arribar a la conclusión de que el leit motiv de esta concesión sea la ojeriza global contra George W. Bush. Eso, no sería serio…

Por otra parte, Obama es más estuche que contenido. ¿Qué significa esto? Pues que el aspecto racial fue por lo menos 50% del motor de la elección del presidente 44 de los Estados Unidos. El mismo Obama con sus mismos presupuestos y mismas promesas de cambio, si no fuese quien físicamente es —es decir, un afroamericano—, probablemente no hubiese llagado a la Casa Blanca. Mientras, si los respetados actores Laurence Fishburne o Morgan Freeman se hubiesen lanzado a la campaña presidencial con el mismo empuje y tesón con que Obama lo hizo, aun sin un cuerpo de campaña sustancioso, es muy posible que hoy estuviese uno de ellos igualmente instalado en la Avenida Pennsylvania.

El otro 50% de la elección de Obama es el cansancio, desencanto, antipatía e irritación que tanta gente sentía por Bush. Obama pues es un presidente circunstancial, acaso carente de genuinidad y, si se lo mira detenidamente, quizás lo descubramos incapaz de generar una polarización y entusiasmo auténticos. Obama fue además el vector a una quimera: las ansias del pueblo norteamericano de acabar de romper una de dos barreras, la de tener el primer presidente negro o la primera presidenta. Ocurrió lo primero y, ¡enhorabuena!, pero las cosas no han de ser por cumplidos sino por la razón.

En los primeros nueve meses de administración, Obama la locomotora, Mr. Change, se ha llenado él mismo y por su propio antojo una agenda de misiones cuasi emocionales y veloces para las que el tiempo no le alcanza. Si algo resulta coherente de este premio con la naturaleza de su presidencia, es la velocidad. En el mismo período de tiempo que media entre la fecundación y el alumbramiento en la mujer, Obama ha engendrado un montón de fetos que o bien tienen parto dilatado, o abortan. Y todo es rápido, muy rápido en la gestión del presidente vertiginoso… Vamos a besarle la mano al Islam, vamos a revelar lo del waterboarding, vamos a flexibilizar nuestra política hacia Cuba, vamos a manejar lo de las tropas para Afganistán, vamos a modificar el seguro médico, vamos a obtener la sede olímpica del 2016 para Chicago, vamos a…

Algunos críticos de la decisión, aquellos que llevan ropaje de izquierda o que la desbordan, señalan que un hombre que estudia incrementar el número de tropas en Afganistán no habría de ser recipiente de un premio que celebra los esfuerzos por la paz. Sin embargo, todo lo que se haga para borrar el terrorismo —como enviar más hombres a combatirlo— es una genuina gestión por la paz, del mismo modo que lo fue la viril actitud de Winston Churchill de poner un alto a la "política de apaciguamiento" durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Cuáles son las razones para la distinción? Resulta difícil identificarlas como no sea considerar a esta medalla—a contrapelo de lo que ha sido—, como un elogio perspectivo, no retrospectivo. Es decir, no se premia lo que Obama ha hecho —eso es un homenaje, un reconocimiento—, sino lo que podría hacer —y eso es un estímulo—, de modo que ello cambia la esencia del merecimiento. ¿Será eso?

Bill Clinton es mejor candidato para este Nobel que Barack Obama. A pesar de eso, del mismo modo que me parece muy de prisa este galardón, invirtiendo ahora la fórmula y con toda la serenidad del mundo sugiero esperar un poco para emitir un juicio sobre Obama, que prácticamente en términos de presidencia todavía está de Luna de Miel.

Anyways, no recuerdo una entrega de Premio Nobel por la Paz tan apresurada como esta. El día 10 de diciembre Obama —¡qué bueno, otro viaje..!—, volará a Oslo para recibir el equivalente en dólares del premio, más o menos un millón y medio. Si el galardón se lo hubiese ganado un McCain presidente, ya estuvieran diciendo en Saturday Night Live que la Palin* se lo iba a gastar en Macy’s. A propósito, ¿cómo anda el ropero de Michelle?

 

*No es un error; sabemos que Sarah Palin habría sido la Vicepresidenta, no la Primera Dama, pero como ella fue blanco de críticas por lo gastado en vestuario durante la campaña, de ahí esta ironía...

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