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OBAMA ELECTO: ¿Y ahora qué?

No sólo el primer presidente afroamericano de la historia de los Estados Unidos, sino el más marcadamente inclinado en una dirección ideológica extrema. El niño que recibió instrucción musulmana; el amigo de un terrorista doméstico; el candidato predilecto de la ola emergente de gobiernos socialistas de Latinoamérica... el hombre que dice que repartirá la riqueza y que pretende cambiar dramáticamente la primera potencia del mundo. ¿Quién es y qué hará Barack Obama?

La elección de Obama significa que el pueblo norteamericano ya olvidó el 911.

por Pepe Forte, editor de i-Friedegg.com
5 de noviembre del 2008/A sólo horas de haber sido electo...

 

El pueblo de Estados Unidos una vez más, como lo ha hecho por los últimos 200 años, escogió. Las encuestas, acertadas, vaticinaron sostenidamente que el senador demócrata por el Estado de Illinois y candidato por el mismo partido a la presidencia de la nación en la elección del 2008, ganaría. Y así lo hizo de manera indiscutible sobre el senador por Arizona John McCain, que luchaba por alcanzar la silla suprema del país por el lado republicano.

Qué paradoja. Los dos candidatos que en un principio todos los analistas descartaron, son los que llegaron hasta el final. Y ahora que tenemos el nuevo presidente electo que accederá a la Casa Blanca el 20 de enero del 2009.

¿Y ahora qué? ¿Continúa siendo Barack Obama la incógnita que desde el principio fue, aunque ahora a través de una óptica menos turbia? ¿Llevará a vías de hecho lo que habría de hacer según su supuesta —o cierta— inclinación ideológica?

El pensamiento decente de la nación, arropado por la ecuanimidad, dicta que el deber ciudadano es en este minuto y en lo adelante —preferencias políticas aparte—, aglutinarse en torno al presidente de todos los norteamericanos.  

Los periodistas serios de Estados Unidos en tanto que ciudadanos del país, envueltos en el manto del civismo y el profesionalismo, se han expresado en sentido positivo sobre la elección de Obama y ahora abordan el tema en tono conciliador y así solicitan cohesión. Sí, esa cohesión histórica del pueblo norteamericano una vez cerradas las urnas y puestas ya a un lado las diferencias y los rugidos de la jungla política, caraterísticas de la campañas. Felicito esa tradición civil y periodística... pero eso —junto con el acto de cortesía de Bush de invitar al nuevo presidente electo a visitar la Casa Blanca— es puro protocolo, y para quien suscribe, that's not enough como para hacerme caminar arrobado sobre la alfombra de la ingenuidad. Barack Obama —al menos para este servidor— prevalece en mucho como una inquietante clave atendiendo a su origen y probable formación.

Expresar estas cuitas es acto difícil. Se puede recibir la riposta matizada, la réplica que podrá acusar a quien piensa así, de racista. Pero no es el color del paquete, sino lo que el paquete trae dentro. ¿Cuál de los varios Obama que suponemos en realidad existe?

La formación ideológica de Obama
John O'Neill, co-autor del bestseller Unfit for Command, dice que, "nuevamente el Partido Demócrata ha escogido a un candidato ultra-izquierdista. Como [John] Kerry, el récord real de Obama es alarmante... y hasta ahora, desconocido".

Probablemente ésa sea la mejor definición del presidente electo de los EEUU.

La formación y los "contactos" de Obama en su vida sí me preocupan. Ojalá sean sólo asociaciones que queden en lo anecdótico. Pero la inyección en vena de pensamiento al menos marxistoide al que Obama más allá de su voluntad estuvo expuesto desde muy temprano en la vida, y luego las dosis del veneno escaralata que él mismo se procuró, inquietan. Sólo casi a última hora de la contienda electoral Obama comenzó a llevar en la solapa el acostumbrado pin con la bandera norteamericana que todo político de EEUU habitualmente usa. Y desencanta ver ese video que rueda en youtube, de él ya como aspirante a la presidencia en la inauguración de un acto público, en que mientras suena el himno del país, Obama da la espalda a la bandera y no lleva la mano derecha al pecho (vea fotograma inmediatamente debajo).

En el libro Obama Nation (de Threshold Editions, una división de Simon & Schuster), su autor Jerome Corsi —que también co-escribiera Unfit for Command— menciona casi al paso en la página 45 un dato que habría merecido un párrafo explicatorio inmediato: La madre de Obama conoció en 1960 al que luego sería su padre —el kenyano Barack Obama Senior— en la Universidad de Hawaii, en una clase de ruso. Por favor: Stop-Rewind y Play otra vez. ¿Una clase de ruso? Hmmm... Así, como sin importancia. Una clase de ruso, como lo pudo ser de griego, de francés, de latín... ¡No! Una joven norteamericana de la época de la Guerra Fría y un mundo profundamente bipolar no estudiaría ruso por puro esnobismo sino por una clara inclinación a la Unión Soviética, probablemente con la aspiración de visitar el emporio comunista no para turistear sino por motivaciones ideológicas. Ésa era la madre del infante Obama.

...y dónde está la bandera americana en la solapa?
 

En 1965 Stanley Ann, ya madre de Barack Obama y divorciada de su padre, se casa con Lolo Soetoro, otro musulmán, de Indonesia, cuando el país era lidereado por Sukarno, prominente figura política de la época y de gran protagonismo en el movimiento comunista internacional de entonces. Obama vivió en Jakarta cuatro años de su infancia en un país digamos que —para ser moderados— de corte izquierdista, y fue allá donde a temprana edad recibió instrucción musulmana.

Los años pasaron y ya de retorno en Estados Unidos, donde termina de ser criado por sus abuelos maternos, nos encontramos con que los mentores de Obama durante su vida académica y de adulto, aterran por su radicalismo izquierdista. Uno de ellos es el pensador Frank Marshall Davis. Davis, comunista, fue investigado en los años 50 por el Comité de Actividades Anti-Norteamericanas (HUAC). Este es el hombre que probablemente despertó el sentido de negritud en Obama y le inculcó el compromiso racial que él debía asumir —Obama dice en su autobiografía que durante mucho tiempo pensó que era white—. Es también Davis quien alerta a Obama acerca de que la academia de EEUU no instruye sino que adoctrina, y le advierte que el sistema superior docente, de manera farisaica, sembrará en su mente un pensamiento sometido al status quo de la supremacía blanca.

Pero las asociaciones escalofriantes de Obama no paran ahí, sino que continúan hasta el incendiario de palabras reverendo Jeremiah Wright, y el incendiario de hechos, el terrorista doméstico Bill Ayers. Y, como último puntillazo, la galería de monstruos de Obama diversifica sus estampas cuando él es el candidato de Caracas, de La Habana y de la emergente izquierda latinoamericana comunistoide del momento. ¿Pertenece también Obama al contagio de la ola "socialista" que baña a América Latina sólo que al norte del Río Bravo?

Bill Ayers, el patriarca del anti-norteamericanismo contemporáneo.
 

Pero Obama no sudó para tapar estas "inconveniencias" cuando públicamente se las echaron en cara, sino que sus asesores optaron por recomendarle a él y a Biden jugar al rostro de concreto. Durante la campaña presidencial de ambos partidos, sólo dos flagrantes mentiras a modo de negación fueron pronunciadas. Una, en el debate vicepresidencial cuando Sarah Palin aludió la declaración previa de Obama respecto de su voluntad de reunirse con los más notables dictadores del momento, sin pre-condiciones. Joe Biden, irrespetando sus propias canas, replicó que eso era absolutamente incierto, cuando es sabido que Obama sí lo dijo. Luego, cuando en el último debate presidencial John McCain mencionó que Obama había lanzado su carrera política en la casa de Bill Ayers, Obama, como Biden, también mintió al decir que tal no era cierto.

Según estos antecedentes, Obama es el presidente más marcadamente inclinado en una dirección ideológica extrema en la historia de los Estados Unidos. Ya sólo queda por ver si la magia de la presidencia norteamericana que obliga a cada madatario a jugar centro no sucumbe a la brújula de Obama.

¿Y por qué ganó Obama?
Más allá de lo que en verdad el mañana podrá traer, o de las causas que hicieron votar abrumadoramente al pueblo norteamericano por el hombre de las orejas desplegadas como alas y labios color violeta, por lo menos para mí resulta desconcertante esa decisión popular. Y mi desconcierto tiene antecedentes que lo justifican. Históricamente el pueblo norteamericano ha visto con conspícua reticencia la posibilidad de un presidente que no sea —en general— protestante en términos religiosos. Aunque hoy John Fitzgerald Kennedy es venerado —hay gente a la que la muerte anticipada le resulta muy conveniente... como a él—, muchos han olvidado que la fe católica del asesinado presidente nunca fue vista con buenos ojos en Estados Unidos. Algunos analistas aseguran todavía que lo que le costó a Al Gore la presidencia contra George W. Bush en el 2000 fue su decisión de incluir a Joe Lieberman —el primer judío en obtener una nominación a la vicepresidencia— en su boleta, y otros tantos piensan que Mitt Romney perdió su candidatura a la Casa Blanca por mormón. Pero América acaba de votar por un hombre de origen musulmán, aunque sus partidarios —y él mismo— intentan tapar su pasado en esa creencia. La elección de Obama pues significa que el pueblo norteamericano olvidó el 911. O que, en el mejor de los casos —pero no por ello menos penoso— en apenas 7 años los reclamos de la billetera acallaron los gemidos de dolor del día más negro de la historia de los Estados Unidos. Probablemente algo ande mal en la conciencia de América...

Todavía no salgo de mi perplejidad cada vez que escucho —especialmente en la actual coyuntura histórica— que el presidente 44 de los Estados Unidos se llama Barack Hussein Obama. Barack Hussein Obama anunció su candidatura a la presidencia en febrero del 2007. El nombre de Saddam Hussein entonces permanecía tan mordiente como la pintura fresca: había sido ejecutado por crímenes de lesa humanidad el 30 de diciembre del 2006. Y, para rematar, Obama suena parecido a Osama (Bin Laden), el enemigo No.1 de EEUU.

No diga nadie que esto es una sutileza traída por los pelos. No. Demuestra que Estados Unidos, a través de la Generación Y está cambiando. Estados Unidos en sí es la historia misma del mercado moderno, y el mercado y la publicidad van de la mano. Lo primero que hacen los expertos en publicidad cuando van a promover un nuevo producto o una nueva personalidad es reemplazar el nombre original de uno o de otra si éste es malsonante o si, más subliminal o francamente, hace pensar en asociaciones inconvenientes. La política también es un modo de comercio, y los políticos son como productos a vender. La gente antes aquí era sensible a eso. Sin embargo, el nombre de Barack Hussein Obama ha sobrevolado cualquier probable coincidencia infeliz. Siempre creí que el primer presidente negro de los Estados Unidos tendría un nombre tan familiar como —es un decir— Samuel Jackson, o uno de esos otros sonoros y llamativos, típicos de las familias afroamericanas... como Shaquille.

La tía ilegal de Obama se llama Zeituni Onyango...

A quién derrotó con su victoria
La victoria de Obama es además muy amarga para el partido republicano y en especial le cierra la puerta a la redención de George W. Bush. Bush, el presidente "invisible": sus aciertos nadie los ve. Bush es a los ojos de la opinión generalizada de la nación el causante de todos y cada uno de los males por los que atraviesa el país. Este hombre posiblemente llegue al final de su vida sin que alcance a ver un justo análisis de su gestión y probablemente se vaya a la tumba con el inmerecido epitafio de "el peor presidente de EEUU". Y la victoria de Obama, ahora recién horneada, acentúa esa percepción.

Más que para la fórmula McCain-Palin, la otra derrota terrible que la victoria de Obama infringe es a Hillary Clinton, para quien cayó el telón a su última posibilidad de volver a la Casa Blanca como presidenta, no como Primera Dama. Apueste su cabeza, que no la perderá: los dos primeros votos el 4 de noviembre del 2008 a favor de John McCain fueron los de Hillary y Bill Clinton. De haber ganado el senador por Arizona que, por su edad se adelantaba que sólo haría cuatro años al frente del gobierno, habría sido muy excitante la espectacular batalla por la presidencia en el 2012: ¡Hillary Clinton vs Sarah Palin! Nos quedamos con las ganas...

Qué podría en realidad hacer B.H.O.
El flamante presidente no podría expropiar a nadie, si eso es lo que teme alguna gente que ha padecido o conocido el comunismo en otro país. Pero si podría empantanar económicamente a la nación  si decide gravar seriamente a los negocios de la ahora cifra mágica de $250 mil, que es una rectificación sobre los $42 mil que primero dijo. Castigar con impuestos insuperables a los negocios privados de clase media que emplean a tanta gente y que son el motor creador de riqueza, con tal de convertirlos en fuentes de ingreso para mantener en welfare a la población más indolente, podría ser el cambio que preconiza, pero no para mejor, sino para peor. Obama no podrá jugar a ser Chávez o Castro desde la Oficina Oval. El sabio anadamiaje ejecutivo y la hoja de ruta a seguir para materializar las decisiones gubernamentales lo impide. Los que piensan que Obama es un redomado comunista camuflado bajo el ropaje de la democracia americana podrían estar en lo cierto, aunque esto acaso exageradamente y sólo acerca de su esencia ideológica. Pero de ahí a que pudiese ejecutar esas ideas suyas tan controversiales, expresadas durante su campaña —como aquello de spread the wealth—, va un gran trecho. Mas, preocupan sus sugerencias de reformar la constitución, crear una milicia popular, pedir jornadas de retribución a los estudiantes, y la amenaza de llevar a la bancarrota a la industria del carbón. Mejor pensemos que Obama es sólo el nuevo soñador del tercer milenio.

Por otro lado, una economía estacionaria en Estados Unidos bajaría el "sistema inmunólogico" del país  —es decir, su defensa. ¿Qué piensa hacer Obama precisamente con la defensa del país; cuáles son sus planes para resolver la guerra de Iraq no a través de la derrota, sino con honor, como McCain dijo que hay que hacer? ¿Sabrá enfrentar esa crisis internacional heavyweight que Biden anticipó y que lo pondrá a prueba?

Obama la interrogante
Por el momento, la nación americana vive esperanzada en el anhelo de que con Obama todo será mejor. ¿Quién no quiere que así sea? Pero lo cierto es que mas allá de la borrachera que los norteamericanos experimentan hoy por su nuevo presidente, todavía hay brumas sobre quién es el verdadero Barack Hussein Obama y qué rumbo emprenderá. Yo, no voté por él, pero posiblemente me tendrá escribiendo sobre su actuación con más frecuencia de la que sospecho.

Continuará...