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JEEP WRANGLER SPORT 1997
La vuelta a la semilla...

Por PEPE FORTE/ Foto del autor.

Publicado en la revista ¡ENTÉRESE!/1997

Por mucha razones se maneja un Jeep Wrangler, pero probablemente las principales son la verdadera sensación de conducir —como cuando se está al mando de aquellos aviones de la Primera Guerra Mundial, abiertos, y que son los únicos que garantizan la más auténtica experiencia de volar—y la de estar al volante de un ícono intemporal del automovilismo.

   Con una historia fascinante que ni siquiera iguala la del Tucker, el Wrangler —que en el pasado tuvo otros nombres hasta llegar a cobijarse bajo la sombrilla de Chrysler desde mediados de los años ‘80—, parece ignorar el tiempo. Pocos vehículos combinan tantos atributos: poder, control, versatilidad, seguridad, confiabilidad, estilo y diversión. Eso, sin meternos a desgranar la semilla y evolución del nombre Jeep.
  
   Varios modelos ofrece el Wrangler. Probamos el Sport de 4.0L., de transmisión manual de 5 velocidades y 6 cilindros en línea, uno de las formulaciones automotrices más confiables de la industria norteamericana siempre. El techo de lona con ventanillas de nilón con cierre de cremallera, tuvo un severo bautismo de lluvia durante la semana que lo conduje en Miami, y no caló ni una gota. La pizarra, rediseñada, y los faros delanteros redondos de aro cromado, cuyo regreso reciente fue muy aplaudido desde que en 1980 los puristas criticaran las lámparas frontales cuadradas, son algunas caracterísicas de estilo notables.
  
   El Wrangler posee frenos ABS y bolsas de aire. Puede arrastrar unas 2000 libras y el precio, según dotes, entre los 14 y 21 mil dólares, más o menos. Visite un dealer para más detalles.

Estamos muy contentos con el retorno del Jeep Wrangler; en 1996 no hubo... ¡se le extrañó!