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JEEP LIBERTY RENEGADE 2004
El Heredero de una Fórmula Exitosa

Texto y fotografías de PEPE FORTE

Desde que hace unos 8 años el segmento de las minivans comenzara a reducirse en favor de los SUV, resulta difícil concebir que un nuevo modelo de éstos venda como caramelos a la puerta de una escuela. Ése es el Jeep Liberty, que vendió cerca de 88,500 unidades hacia los finales del 2001, y casi 75 mil más en la primera mitad del ‘02. Ahora, con el modelo 2004, mejorado, los números siguen figurando espléndidamente.

¿Por qué se compra un Liberty? Personalmente, creo que por styling, antes que cualquier otra cosa. Sí, no se alarme con este argumento. Recuerde que hoy no todos los clientes de SUV [tal vez la mayor parte de ellos] los compran por sus capacidades de vehículos off-road. De hecho, hay algunos SUV incapaces de vérselas con un terreno medianamente abrupto, carecen de transmisión en las cuatro ruedas (lo que habría de ser su característica principal, ¿no?) y, para rematar, muchos son más inútilmente lujosos que una carroza mortuoria de principios del siglo XX, de aquellas tiradas por caballos, ¡y aún así son verdaderos hits de mercado!

En la exclusiva lista de los 10 automóviles antológicos del mundo, probablemente el VW escarabajo y el Jeep sean los vehículos más reconocibles y famosos de todos los tiempos. Ello, precisamente gracias a mantenerse apegados mediante ligeros cambios generacionales a su firma original.

Entonces ahí entra mi argumento del styling: el Liberty se encuentra más próximo al hoy llamado Wrangler no sólo en prestaciones, sino en diseño. En la actualidad la compañía, bajo Chrysler, ofrece el magnífico Grand Cherokee en un extremo y el Wrangler en el otro. ¿Por qué no fabricar entonces un vehículo muy parecido al Wrangler pero desprovisto de las rudezas de una fórmula que, básicamente, continúa ofreciendo retrovisores manuales y ventanillas de nylon? Ahí está el Liberty, cual el eslabón perdido —¡hallado!—, entre el Grand Cherokee y el Wrangler.

Por este mismo argumento del styling —aparentemente infundado—, es oportuno señalar que las ventas del Wrangler se revitalizaron en la segunda mitad de los años 90 cuando la compañía decidió reincorporar los faros redondos al frente del coche, después de la decisión (considerada infamante por los puristas) de hacerlos cuadrados desde 1980. Pues el Liberty los tiene, las 7 ranuras del grill son alargadas como en el Wrangler y parece una reinterpretación contemporánea que destaca la consanguinidad entre ambos, mucho más evidente que con el Grand Cherokee.

Pero ahora, para quienes quieren acentuar el aliento genuinamente ‘jeepístico’ del Liberty, el Renegade los complace con su varonil barra de luces busca-venados en el techo, su característica identificatoria más notable. Su aspecto es más vigoroso gracias a este detalle y a las llantas opcionales negras de 17″, calzadas con neumáticos Goodyear de llamativas letras blancas, ganchos delanteros y fog-lights sobre-dimensionados.
Pero no todo es estilo; el Liberty Renegade del 2004 mantiene las características fundamentales de la versión original en un paquete más seductor. Cosas nuevas como el vínculo celular manos libres y un sistema de monitoreo de presión neumática están disponibles en esta nueva edición.
El “renegado”, protestón, reniega pues del histórico motor de 6 cilindros en línea y ahora trae un motor V-6 de 3.7 litros y 210-hp, acoplado a transmisión automática 4WD con bajo rango y el sistema Command-Trac. La capacidad de arrastre de 5000-lb destaca en el segmento de los SUV compactos.
El Renegade está bien dotado por dentro y por fuera: tapicería en cuero, asientos frontales térmicos, y trae sunroof. Las llamadas funciones power se aplican a casi todas aquellas de un auto distinción, es decir, a las ventanillas, retrovisores, asientos, etc. De la firma de Chrysler destacan los pestillos de las puertas que se disparan cuando el vehículo alcanza las 15 millas por hora, y también que parte de la electrónica [como el sistema de audio] y las tomas de corriente se mantenga viva por unos 10 minutos después de haber sido removida la llave de la ignición —en realidad, todos estos delays son programables. De esos detalles de diseño exquisito es la manija interior de las puertas delanteras en forma de media esfera hueca, aunque hay que reconocer que los botones para los pestillos se confunden fácilmente con los switches para las ventanillas que, como en el PT Cruiser, están ubicados en el compartimiento entre los asientos delanteros. Precisamente del PT Cruiser hereda los pestillos de discreto aliento Art Deco.
El display de la radio es RDS (Radio Data System), o sea, que en las emisoras que posean la característica, la pantalla muestra el nombre de la canción y el intérprete que está tocando.


Resulta muy funcional que al tocar la manija exterior de la puerta trasera el cristal se levanta para una más fácil apertura del auto por detrás (muchas de estas características hay que decir que no son exclusivas del Renegade, sino comunes a todo Liberty).

Es cierto que el Liberty se siente pesado. Pero esta sensación conecta con la de rigidez del vehículo, lo que se traduce en otra sensación muy importante: la de seguridad. La altura de desplazamiento se mantiene una pulgada más corta desde el modelo del 2002 con tal de garantizar estabilidad en las curvas rápidas. En los cambios emergentes de senda en la autopista el Liberty se siente seguro, sólido, encarrilado. El balance es… eso mismo, balanceado, aunque se advierte que no tolera extremos.
El Liberty no es un dechado de amplitudes interiores, pero tampoco es tan opresivo como un horno microwave. El espacio de carga para maletas no es tan generoso como el de su hermano mayor, el Grand Cherokee, pero dentro el espacio ha sido inteligentemente ganado. Una de las soluciones que garantiza el milagro es la de la consola comprimida al mejor estilo retro, lo que prodiga amplitud entre los pasajeros delanteros y el tablero de instrumentos.

Seguridad: Bolsas de aire duales frontales y de cortina, laterales. Frenos ABS de disco en las cuatro ruedas. El Liberty Renegade decora honorablemente la inigualable historia del Jeep, aquel vehículo de inicial aplicación militar o para propósitos generales (de donde probablemente nace la palabra Jeep a través del fonema en inglés con la sigla GP que significa General Purposes) y que ha sido producido bajo distintas etiquetas, incluso bajo varias a la misma vez en la época de la Segunda Guerra Mundial. No resulta difícil pues augurarle una larga vida. Que para eso es un Jeep…