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Con el FUSION, FORD apuesta por la esperanza

por: Pepe Forte, editor del Canal de Autos de iFriedEgg.com

Hace años, un cronista de música, tras ver una de la primeras presentaciones en vivo de Bruce Springsteen dijo: "he visto el futuro del rock and roll". Pues bien, esa frase me sirve para parafrasear la significación del Ford Fusion en el futuro no sólo de Ford Motor Co., sino de Detroit.  

Los amantes de los automóviles, en los últimos años —digamos que al menos 10—, hemos estado preocupados con lo que pasa en la Meca mundial de los carros. Siguiendo la línea de pensamiento de la música, en los años 60 y 70, con la llegada de Los Beatles y otras bandas inglesas, se le llamó al fenómeno "la invasión británica". Solistas y agrupaciones americanas de entonces vieron en peligro su popularidad al llegar a nuestras costas artistas ingleses que pretenedían, como dice el refrán, "bailar en casa del trompo"... y resulta que bailaron.
  
   En el caso de la industria automotriz, Estados Unidos sufrió, desde finales del decenio que inauguró Kennedy, "la invasión japonesa", paulatina y temblorosa primero, firme y vigorosa y más recientemente diversificada en la expansión asiática general, con Korea del Sur en punta. Es triste. El consumidor norteamericano, a pesar de una campaña que se debatía entre el patriotismo y el chovinismo, dejó de buy american, para reemplazar en su garaje a los coches del Tío Sam por los de tierras de ciudadanos con ojos rasgados. Lo más doloroso es que hemos llegado a un punto que simula ser irreversible, y que muchos piensan que el terreno perdido es irrecuperable. Los hechos para remarcar el caso están ahí, a ojos vistas. El más dramático de todos es lo acontecido con las camionetas, el último segmento  que al Este motorizado le tomó invadir de Yanquilandia, y que ya es pasto del contagio foráneo. La llegada de la magnífica Tundra de Toyota —que arrancó como T100— es un hecho consumado. Y hay más: todavía conservo la camiseta que dice al pecho "Helloooo Detroooit", para promover la publicidad de la Titan de Nissan, que no es otra cosa que decir "y ahora llegué yo". 
  
   Pero en medio de tan inconsolable panorama ha regresado un plumazo de aliento y esperanza a través del Ford Fusion. ¡Oxígeno para el desconsuelo, que Japón aprieta pero no ahoga..!


   Habiéndolo visto previamente en salones de presentación a los que acudí como invitado, el Fusion me pareció un buen coche, pero como nada hay mejor que tener consciencia de causa, como en aquellas ocasiones no lo conduje, mis pasiones por el coche, como en los sueños, se mantuvieron reprimidas. Ya no, ya se desencadenaron y sólo me bastó la necesaria semana de prueba para mi taconazo final. El Fusion es un buen coche que encierra la añorada resurrección de la calidad perdida. La simple suposición se hizo certereza.
  
   Por eso he decidido parafrasear lo que se dijo antes de Bruce Springsteen. El Fusion puede ser el futuro de Detroit, el bendito renacer de no sólo Ford, sino de toda la industria automotriz norteamericana frente a la glotona competencia asiática.

Todavía no salgo de mi asombro por la calidad y acabado del Fusion. Y por eso, vamos ahora a los detalles.
  
   Para opinar de y detallar el Fusion, no se puede obviar el Ford Five Hundred, con el Taurus asomándosele como antecedente. Los distintos cambios del Tuarus —en especial el más importante, el de 1996—, después de su debut en grande alrededor de 1985, no fueron suficientes, aunque no puede ignorarse su valor en la suma de factores que derivó en el Fusion. Mas la conexión es otra...
 
   De entre lo más importante hay que decir es que este coche es de los pocos que está muy próximo a la idea inicial de salón y que rara vez pisa el asfalto. En este caso se trata del "concept" Ford 427, que respondía a ese nombre gracias a su motor de igual cantidad de pulgadas cúbicas de cilindrada. Una bestialidad de planta motriz cercana a los 6 litros cuando se hace la conversión y que no fundió como elemento del Fusion, pero sí en todo lo demás. Y tampoco podemos eludir —ya que la propia Ford no lo hace—, que los componentes capitales del Fusión fueron concebidos inicialmente para el Mazda 6. Esa es la conexión de la que hablaba párrafos arriba...¡y qué bueno que se se quedó en Ford!
  
   En realidad —y ello no es dificil de notar— el Fusion es una versión expandida de la idea original para el 6 de Mazda. Y si a alguien le parece bien decir que el Fusion es un Mazda disfrazado de Ford, atendiendo a tren motriz y muchas cosas más, tiene su derecho a serlo. Pero se trata de una idea inexacta, y además, lo interesante radica en que aún siendo así, el Fusion tiene su identidad propia, que hace que los prospectos vengan a él por él, y no porque bajo su ropaje se oculte personalidad ajena,
    
   El Fusión es unas tres pulgadas y algo más largo que el mencionado japonés y se levanta a partir de la llamada arquitectura "CD3", para un total de 190.2", Con sus 107.4” de espacio entre ejes, Ford nos ha entregado un sedan decoroso y a considerar con toda seriedad. Y claro que también es más ancho que el Mazda que pudo encarnar, pero más pequeño —por poco y apenas perceptible— que el Taurus.
  
   El Fusión se anima a través de dos versiones distintas del motor Duratec, un 4 cilindros de aluminio de 2.3-litros tipo DOHC para 160hp, y un magnifico y potente a la vez qu económico económico V-6 de 3.0 litros, también DOHC, con 24 válvulas y que se encarga de producir, sin esfuerzos sofocantes, 221 caballos; ése es el modelo que menjé ha poco.
  
   ¿Dónde se construyen estos motores? El 4 en la planta de Chihuahua, en México, y el 6 en la de Cleveland, Ohio. ¿Y qué de las transmisiones? Acompaña al 6 una de 6 velocidades, automática, o de 5, ya auto o manual, para el de 4.
  
   Y lo mejor de todo es el precio básico de los modelos más simples, como el S, que arranca con etiqueta de casi, casi 18 mil dólares, un precio irrisorio para tan buen y grande coche. Ahora bien, ni siquiera el modelo más simple viene "peladito", sino que cuenta con amenidades de coche superior.
  
   Partiendo de este modelo primario se desprende el SE, con un precio lógica y razonablemente más alto, ya con aros de 17 pulgadas y climatizador automático y, a continuación, el SEL.

   ¿Cómo luce el Fusion? Pues muy bien, aunque personalmente le encuentro —al menos al frente—, una mortificante similitud con los Cadillacs del nivel aperitivo. Pero nada como para ofenderse. Hoy, cualquier carro se parece a otro...
  
   El Fusión está bien dibujado, y lo que más aplaudo es su sobriedad de estilo, una mezcla de dinamismo con clase. Un cóctel de elementos cromados, discretos, volúmenes curvos, y  angulares y/o rectilíneos, representan un compendio que habría hecho ponerse de rabia a Harley Earl en sus buenos tiempos en su trono en las oficinas de GM. Y creo que el momento supremo está dentro. Los plásticos del interior son de calidad y lucen muy bien. Las texturas elegidas le proveen distinción, una buena armonización con el diseño general, aunque sigo insistiendo en que el estéreo en toda la panoplia de coches de la compañía podría ser mejorado.

   Apuesto sin temor a que nadie se sentiría defraudado a bordo del Fusion. La visibilidad es buena, el auto cuenta con cristalería amplia y no opresiva —como hacen otros fabricantes—, y la verdad es que es una maravilla conducir el Fusión. Mi modelo tenía la muy difícil de hallar combinación de negro por fuera y por dentro, con tapicería de piel.  Y lo que quisiera ver cambiar en las próximas ediciones es tan, pero tan poco, que cae en la categoría de lo olvidable. Los relojes son fáciles de ver y hasta cuenta con una computadora de viaje al centro el tacómetro, brújula incluida.
  
   Las butacas delanteras son cómodas, están cortadas como si lo hubiera hecho un sastre y, en el caso de mi unidad de pruebas, animadas eléctricamente. No me resultó trabajo acomodarme a mi gusto, además de ajustar con fluidez los retrovisores. Sin duda, el Fusion es una buena alternativa como coche de familia y una evidencia de ello lo es la cantidad de portavasos dentro del auto, así como un compatimiento de almacenaje al centro, en el lomo de la consola. Y los que van en el asiento de atrás no tienen de qué quejarse. Con el Fusion uno redescubre de nuevo la magia y las comodidades de viajar en un sedan, a pesar de la fiebre por los SUV's.
  
   En cuanto a seguridad, aparte de los frenos ABS, el Fusion cuenta, según modelo —ya opcional o regularmente— con bolsas de aire laterales, pero frontales estándar en todos los modelos.
  
   La acelaración es buena, el auto no es ruidoso dentro —como algunos otros vehículos del fabricante— y en cuanto a impresiones de manejo no tengo otra que decir que lo hace muy, muy bien. Un auto que no ofrece resistencia para amoldarse a él... en realidad, es él el que lo hace a uno, y se siente una fluidísima correspondencia entre performance y conductor.
  
   Lo que no me queda muy claro es si el Fusión será un éxito en una las demográficas para la que ha sido concebido: la generación Y. Haciendo investigación en un marco reducido —el de mis hijos, que son teenagers—, descubrí que la campañas de publicidad del coche ha tenido efecto positivo en los, al menos a nivel de oído. Conocen el coche. Sin embargo, cuando llegué a casa al volante del Fusión, no lo identificaron. Ello tal vez no signifique nada. Pero sí estoy convencido que entre los prospectos de mi generación —entre 35 y 50 años, y esto es un cálculo por mi cuenta— no me cabe duda que el Fusión será un exitazo. Amén de representar una buena dosis de cafeína para los que habíamos perdido las esperanzas en la resurrección de Detroit.
  
   Chrysler comenzó su propia "cruzada americana" en 1994 y la ha mantenido. Ahora le ha tocado a Ford. Espero que GM se ciña el casco, el escudo y la lanza y se suba a pelera este tren necesario en breve. Queremos buenos autos de Detroit, y sobre todo de Ford, que para algo vivimos aquí, ¿o no?