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DRACULA
otro personaje que opaca
a su autor

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com,
y conductor del programa radial
EL ATICO DE PEPE, de lunes a viernes de 5:00pm a 6:00pm ET,
por la 710 AM,
en Miami, Florida, una emisora de Univisión Radio

Posted on Nov. 8/2012

Dicen que celoso de su popularidad que le condenó casi al anonimato, Arthur Conan Doyle decidió matar a su propio personaje de Sherlock Homes, más famoso que él.

No es el único caso en que la obra aplasta al autor. Hay piezas sinfónicas, pinturas, novelas y hasta canciones populares que superan en fama a su creador. Uno de estos casos podría ser el del autor de “Drácula” —¿quién… Drácula tiene un autor… Drácula es una novela?—, Bram Stoker.

Bram Stoker nació el 8 de noviembre de 1847 en la parte Norte de Dublín, en Irlanda, exactamente en el número 15 de la Calle Marino Crescent, en el suburbio de Clontarf, que cada año visita como turistas sólo un puñado de personas que conoce de su existencia.

Inicialmente crítico de teatro, en cuanto a las letras Stoker tenía más vocación para escribir ficción. En 1872 publica su primer relato, The Crystal Cup y luego la serie de cuatro partes The Chain of Destiny. Pero no es hasta 1897 que entrega su obra inmortal, “Drácula”.

“Drácula” es una de esas novelas desfiguradas en su esencia a más no poder. No es la única; “Robinson Crusoe”, del escritor inglés Daniel Defoe es otra pieza literaria que por obra y gracia de algunos editores ha sido a menudo convertida en lo que no es, un liviano libro de aventuras. “Robinson Crusoe” es un libro serio, profundamente religioso, que describe además un período importante de la historia de Inglaterra, más allá de su arista aventurera. Con “Drácula”, la novela, ocurre igual.

“Drácula”, como “Robinson…”, es una obra seria, no una vulgar historieta de misterio. Una novela gótica, un género que combina el horror con el romance, su manuscrito original, de 541 páginas, más allá de la esencia truculenta de su personaje central, hace un recorrido por la cultura Victoriana y se asoma a tópicos como el colonialismo, la mujer y hasta los convencionalismos sexuales de época.

La novela es de corte epistolar, o sea, escrita a modo de cartas y a veces como un diario, forma literaria que en el pasado y el presente se halla en obras como “Pamela”, de Samuel Richardson, de 1790, y “El Color Púrpura”, de Alice Walker, de 1982. Es por eso que algunas interpretaciones, representaciones de Drácula en otros medios, o piezas influidas por la novela han cedido al encanto de un título como The Vampire Diaries.

El argumento de “Drácula” se basa en el en el encuentro entre el procurador Jonathan Harker y el Conde Drácula en el castillo de éste en los Cárpatos en la región colindante de Transilvania (Rumanía) y Moldavia. Cautivado por los refinados modales de Drácula, que es un vampiro, Harker descubre luego con pavor que se ha convertido en su prisionero. Finalmente logra escapar con vida.

Publicada el 26 de mayo de 1897, Drácula no fue un bestseller a pesar de tener puntos de contacto con la obra de contemporáneos británicos de Stoker como Rudyard Kipling, Robert Louis Stevenson, H.G. Wells y Arthur Conan Doyle. En Estados Unidos fue vendida por primera vez en 1899 y tuvo mejor acogida inicial aquí que en Europa, de la mano de la editora Doubleday & McClure, en la foto inmediatamente debajo:

¿Cómo o por qué Stoker se “desangra” en “Drácula”?

Stoker, atraído por la naturaleza del sujeto, estuvo estudiando por siete años folclore europeo y las historias de vampiros, seres inmortales fotofóbicos —en este caso se debilitan ante la luz del día— que se alimentan de sangre de humana viva. Su mordida convierte a su vez a vampiros como ellos mismos a sus víctimas.

La fuente principal de inspiración de Stoker fue el ensayo “Supersticiones de Transilvania” de Emily Gerards, publicado en 1885.

“Drácula”, por otro lado, aunque es la novela de vampiros por excelencia, no es la primera con el tema, pues le anteceden “Carmilla”, de 1871, escrita por Sheridan Le Fanu, cuyo personaje es una vampiresa lesbiana, y “Varney el vampiro”, de James Malcolm Rymer, más vieja aún, de 1847 (en realidad fue una serie publicada a lo largo de dos años).

Incluso la imagen de vampiro aristócrata del personaje de Drácula tiene otros antecedentes… a pesar de que la fuente del nombre dista mucho de nobleza.

El nombre del vampiro el Conde de Drácula de la novela de Bram Stoker, se inspira en el patronímico de Vlad III El Empalador… o sea, hijo o descendiente de la Casa de los Draculesti —que eso es lo que significa Drácula— un personaje real que nació en Transilvania y que vivió entre 1431 y 1476, antes que Colón descubriera América, en la región de Wallachia, una zona que hoy pertenece a Rumanía.

Vlad III gobernó esa área entre 1456 y 1462 y es una especie de héroe o patriota no sólo rumano, sino búlgaro también, porque batalló fuertemente contra la expansión del por entonces incipiente Imperio Otomano, de origen turco, hacia los Balcanes.

El seudónimo de El Empalador, viene de su cruel costumbre de empalar a sus enemigos, o sea, de someterlos al suplicio de introducir una estaca por el ano de sus víctimas vivas hasta hacer emerger su punta por la boca o perforar el abdomen o el tórax. Se cree que las víctimas a las que Vlad III sacrificó de esta manera son decenas de miles.

Posiblemente el gran culpable de que la novela de “Drácula” haya sido festinadamente desleída en agua es el cine. “Drácula” ha tenido varias versiones cinematográficas, pero la más memorable de todas y merecidamente considerada un clásico es la de 1931, dirigida por Tod Browning y protagonizada por Bela Lugosi (Lugosi, que nació en Hungría en 1882, y murió el 16 de agosto de 1956, será el eterno Drácula de celuloide).

Esa película —y otras que vinieron después e incluso antes—, también aplastaron el relieve de Bram Stoker como autor del caracter y la obra literaria que lo lleva a bordo.

La película "Nosferatu: La Sinfonía del Horror", es un verdadero clásico del cine de terror del período del expresionismo alemán, filmada en 1921, y es otra pieza que ha contribuido al anonimato de Stoker. Como no fue una versión autorizada por los derechos de la novela, la película se vio obligada a cambiar partes de la historia y los nombres, y por eso el vampiro es Nosferatu, y el Conde Drácula es el Conde de Orlok. Para evitar una demanda, Nosferatu es un vampiro que no convierte en semejantes a su víctimas pero sí las mata y, a diferencia de Drácula sí muere si es expuesto a la luz.

El director de Nosferatu fue Frederik Marnau, uno de los más influyentes cineastas de la era del cine mudo alemán, y el actor que protagonizó al monstruo fue Max Scheck, que falleció en 1936.

Bram Stoker murió de un ataque al corazón mientras visitaba la plaza de San Jorge en Londres el 20 de abril de 1912, a los 64 años. Evidentemente, su personaje de Drácula nunca le mordió el cuello. De haberlo hecho, sería mas famoso que el vampiro de su invención… y no lo es.