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¿Quién escribió
la CLAVE A MARTÍ?
 
¿Y por qué la prohibió el gobierno de Castro?
 
En el 160 aniversario del natalicio del Apóstol,
una historia relacionada con él.
 

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com,
y conductor del programa radial semanal AUTOMANIA
que se transmite cada domingo de 12:00pm a 1:00pm ET
por WQBA 1140 AM, y de EL ATICO DE PEPE,
de lunes a viernes de 5:00pm a 6:00pm ET, por WAQI 710 AM,
en Miami, Florida, ambas emisoras de UNIVISION AMERICA

Posted on Jan.28/2013

Entre el rosario de censuras y prohibiciones que tristemente decora al mejor estilo estalinista la dictadura de Fidel Castro desde el mismísimo 1959, figura una canción, Clave a Martí. La pieza, especialmente para la primera generación de niños de la Revolución, resultó totalmente desconocida entonces. En el mejor de los casos, la escucharon cantar o tararear a sus padres o abuelos, apenas como una tonada de sus tiempos de escolar, que no rebasaba en seriedad el acompañar musicalmente la rutina patriótica de la jura de la bandera antes de entrar a clase, pero no difundida ya en los medios.

Nunca, sin embargo, se dijo que estaba prohibida. Las listas negras del régimen son escritas con vinagre, el émulo de la tinta invisible…

Pero cuando el 20 de mayo de 1985, en el aniversario 83 del establecimiento de la República de Cuba salió al aire Radio Marti, un servicio informativo de la Voz de los Estados Unidos de América especialmente cortado para La Isla para oradar el férreo control noticioso del gobierno, la canción cobró relieve porque se escogió como jingle de la emisora.

¿Por qué fue prohibida la Clave a Martí?

Para eso, hay que hacer antes la historia de la composición… una de cuyas versiones explicaría esa razón. Mas ocurre que, ¡ay!, todavía en el 160 aniversario del natalicio del Apóstol, su autoría en música y letra se mueve entre las brumas.

Según el maestro y musicólogo Odilio Urfé, la música es de José Tereso Valdés, y la letra de Elio Villillo. También citan como autor al trovador Alberto Villalón.

La paternidad de la Clave a Martí es múltiple, y por tanto confusa, y por qué no apócrifa. Hay hasta quienes piensan que es anónima...

En términos generales, cuando se pregunta a los que dicen saber quién la escribió, los nombres del párrafo precedente son los más invocados. Pero según una vieja y olvidada entrevista del periodista habanero Guillermo Villarronda, la historia podría ser otra, aunque también deja la sensación de representar más humo aún para la cortina de éste en torno a la génesis de la composición.

La entrevista, publicada en la revista Bohemia en su número del 27 de abril de 1958, y titulada «¡Yo sé que me estoy muriendo!», se basa en una conversación con el dúo espirituano, el más antiguo de Cuba, fundado en 1904, integrado por Francisco Albo Salazar —más conocido como Pancho Majagua—, que nació en 1876 y murió en 1966, y Carlos Díaz de Villegas (Tata; 1886-1989).

El diálogo tuvo lugar en la casa del primero en el ultramarino pueblo capitalino de Regla.

Interrogados al respecto, los trovadores revelaron a Villaronda que la Clave A Martí fue escrita por Silvestre Iglesias (los diccionarios de la música cubana de Helio Orovio en 1981, y de Radamés Giró en el 2010, no incluyen a Iglesias, mandolinista, que murió en La Habana en 1950, antes de la entrevista de Villarronda).

La canción fue interpretada por primera vez, en lo que Villaronda considera una puntualización histórica, en 1914.

Sobre el cantante Villillo, Tata y Majagua dijeron que él no la escribió, sino que se dice que mejoró la letra, pero también aseguraron que ni siquiera esto es verdad. Lo que pasó, según Majagua, es que tras estrenarla el dúo en el Teatro Martí de La Habana y por su éxito inmediato, Villillo se aproximó a ellos y les preguntó si podía registrarla, a lo que asintieron, aduciendo que, como era ajena, podía hacer lo que se le antojase.

Posteriormente —continuó explicando el dúo—, Villillo se entrevistó con Ernesto Lecuona, a quien le aseguró que la escribió él, y el maestro la transcribió en el cine "Orión", que se encontraba en Reina y Amistad. De ahí que se crea que Villillo es el padre de la canción.

De acuerdo con Villegas, Clave a Martí fue escrita especialmente para los escolares de Regla, pero terminó como una comparsa para criticar al gobierno del presidente José Miguel Gómez; la letra se explica por sí sola: aquí falta señores una voz, ay, una voz…

Y, hablando de clave, es en esto que hallamos lo que creemos es precisamente la clave de la prohibición revolucionaria de Clave a Martí: Castro y sus seguidores olieron el filo sedicioso de la canción, que podría ser aplicado a él y a su gobierno.

No hay que decir más.

La Clave a Martí dice así:

Aquí falta, señores, una voz,
ay, una voz,
de ese sinsonte cubano,
ese mártir hermano
que Martí se llamó,
ay, se llamó.

Pero falta el clarín de mi Cuba,
pero falta su voz, él se apagó.

Martí no debió de morir,
ay, de morir.
Si fuera el maestro del día,
otro gallo cantaría, la patria se salvaría,
y Cuba sería feliz.

Al llegar la Revolución al poder, Cuca Rivero re-escribió una aborreciblemente lisonjera versión pro-castrista de la letra, que terminó pues así:

Martí ahora vuelve a vivir,
ay, a vivir.
Hoy es el maestro del día
La Revolución ya inspira
Fidel sirve de guía
y mi Cuba ya es feliz,
ay, es feliz.

La canción, patriótica, ha sido interpretada por muchas voces, entre ellas Lalita Salazar —que comienza con una alusión al Himno de Bayamo—, las Hermanas Márquez y las Hermanas Martí, el tenor Carlos Santana, y la inolvidable soprano Martha Pérez.

El dúo de Irene Farach y Jesús Cabrisas, que marchó al exilio después de 1959, también la grabó. Es justamente la versión de Cabrisas-Farach la que sirvió de tema de presentación para Radio Martí, y que significó la recuperación de la canción para las viejas generaciones de cubanos en La Isla y para las más jóvenes que así la conocieron.

¿La historia que cuenta Villarronda en 1958 es la real? La porfía continúa; ninguna investigación certifica diáfanamente la autoría de la Clave a Martí, pero resulta tentador el testimonio de Villaronda, que viene de boca de los primeros intérpretes de la pieza.