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Si gana "El NO"... ¿aceptará CHÁVEZ esa decisión del pueblo venezolano?
El domingo 15 de febrero el pueblo de Venezuela vota en un referendum para modificar la constitución del país con tal de establecer la reelección del presidente de la república indefinidamente. De arrojar SÍ la consulta popular, Hugo Chávez podría convertirse eventual y "democráticamente" en gobernante vitalicio. Pero, si gana "El NO"... ¿acatará mansamente el resultado? Los soñadores creen que Chávez va a ser derrotado en su propósito de legitimizar la reelección ilimitada y que respetará la negativa. Los realistas saben que hay una sola salida para que él deje el poder...
por Pepe Forte/Editor de iFriedegg.com

Posted on Feb. 9/2009


La oposición venezolana y lo poco que va quedando de la sociedad civil de Venezuela en tanto que gestores de la más genuina vocación democrática del país, se ilusionan con la posibilidad de alzarse con —paradójicamente— un positivo NO el domingo 15 de febrero del 2008. Ese día, un referendum para introducir una enmienda a la constitución que garantice la reelección indefinida de Hugo Chávez, si resulta en una negativa, pondría fin en cuestión de meses al gobierno del actual presidente venezolano y le cerraría el paso a permanecer cíclicamente en el poder en eventual victoria en comicios perspectivos. Pero qué importa que gane "El NO" —como popularmente le llaman los desafectos al mandatario venezolano—... porque Chávez hará todas la piruetas "legales" posibles para volver a insistir en una nueva pregunta y, como en el cuento del 'nunca jamás', perpetuarse en la presidencia bajo el juego pretendidamente democrático (en su caso) de la consulta popular.

El panorama es triste, de esperanzas aguadas. Después de 10 años de chavismo, el otrora fallido golpista se ha convertido en un gobernante trendy, pues ha descubierto y puesto a funcionar la fórmula inimaginable pero a la vez desconcertantemente eficaz de ejercer una dictadura originaria en las urnas, que otros en el continente se han apresurado a imitar. Así como Fidel Castro fue pionero y maestro de la guerrilla, que aceitó y perfeccionó esta modalidad de violencia con fines políticos primero en la Sierra Maestra y luego vectorialmente desde el poder en una epidémica pócima de exportación que fue ajustando según sitio y circunstancia, Chávez ha creado un modelo procaz de gobierno dictatorial a partir de la arruinada democracia venezolana. Los pocos resortes cívicos que Chávez no ha podido aplastar, lejos de pincharle las plantas, los manipula entonces a su antojo, y a contrapelo se beneficia de ellos. Chávez ha arreglado una ensalada de poder judicial y legislativo con prensa amordazada como aderezo, que le afianza en una suerte de continuo golpe de estado, legitimizado desde el mismísimo poder ejecutivo resumido en él, sin tener que recurrir —por ahora— al manotazo que pretendiera darle a Carlos Andrés Pérez en su abortado intento de derrocar aquel gobierno. Quién lo iba a decir: dictador de urna; tirano por votación...

La impronta chavista ha hallado eco en la precaria anatomía política de Latinoamérica. Los más afanosos imitadores del caudillo venezolano, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, y Daniel Ortega en Nicaragua, le han puesto papel carbón a la orquestación del maestro de Caracas.

La infecciosa contracción izquierdizante que estremece a Centro y Sudamérica, redondeada en esencia con la Kirchner, Lula y la Bachelet, sigue ya al pie de la letra —Bolivia— o en versión libre como las pésimas telenovelas —Argentina— las incidencias de la bitácora de Chávez en la medida de lo posible. Así van practicando el autoritarismo más sinuosa o puntiagudamente, neutralizando las libertades ciudadanas hasta extinguirlas, y modificando la constitución del país en los casos en que la afrenta ha llegado tan lejos. Que Chávez gane el SÍ el 15 de febrero, significa más azogue para estos patéticos espejos en los que él se refleja. El resultado de esta consulta del domingo, si positivo, desborda pues el marco de Venezuela.

Pero más desesperanzador todavía es lo ya dicho: que da igual que gane el NO. Chávez no va renunciar a su propósito de cementarse vitaliciamente en la butaca presidencial venezolana. Puesto de la manera más popular posible: Chávez no va a soltar. Tiene todos los medios y modos o bien para falsear los resultados de la indagación, o simplemente para ganar el SÍ legítimamente —sí, legítimamente— a través de su inefable aparato cuasi animista de enardecidos seguidores. Chávez no se va. Y si le aprietan, terminaría acudiendo a la siempre efectiva solución del "remedio santo" del uso de la fuerza que, llegado el momento, aplicaría si lo creyese necesario.

 

Es alentador ver al pueblo venezolano hacer lo que está haciendo. Significa que, a pesar del mal ejemplo que le llega de la cima del poder, no se contamina con él, resistiendo a la tentación revanchista de igualarse a la inmoralidad política en activo pagando con la misma moneda. Y que Dios salve a los hijos de Bólivar en el siglo XXI de la abulia por cansancio, que es a lo que Chávez apuesta. Pero no deben olvidar que un caballo enfermo no se lleva a un médico, sino a un veterinario.

Pobre Venezuela. Pobre porque, entre otras cosas, la ola de apócrifa decencia y de tonta ignorancia que anestesia al mundo del tercer milenio, arropa de terciopelo a gente que merecería lencería de esmeril. Esta perniciosa conspiración de los buenos modales medíaticos —politically correct según el credo norteamericano— no sólo cooperaría para sabotear la única manera real y viable de sacar a Chávez del poder —el magnicidio—, sino que incluso coacciona a los analistas, a los periodistas —y hasta a la gente común—, para que se cohíban de expresarse oralmente o en blanco y negro en esa dirección. Algo tan ilógico como no sólo impedir la necesaria amputación de un órgano gangrenado, sino también silenciar su simple recomendación.

Resulta conmovedor ver a lo más decente del pueblo de Venezuela acudir ingenuamente a los recursos de la democracia en el quimérico intento de quitarse de encima por las buenas a un hombre que pretende ser el rector de por lo menos tres generaciones de venezolanos. Mientras Chávez, se aprovecha de esos mismos engranajes que le legitimizan y santifican ante la opinión pública internacional. Qué más da votar que sí o que no. No se puede jugar al póquer con un jugador de postalitas...