click on image below to return to Audi index
 

por PEPE FORTE, editor del Canal de Autos de iFriedegg.com

Published on Letstalkcars.com and thecarconectioninspanish.com in 2004.

Dos palabras acerca de Audi antes de comenzar. Audi es una compañía alemana que tal vez haya llegado más lejos que sus coterráneas en menos tiempo y más exitosamente, para conquistar los difíciles segmentos de los coches de lujo y los deportivos, e incluso ambos juntos, lo cual es una proeza.

Desplegándose desde un casi tímido origen, la firma, célebre por su logo de los cuatro círculos enlazados que recuerda el emblema olímpico pero con uno menos, en realidad el símbolo resume las cuatro firmas que una vez integraron la sombrilla: Horsch; DKW (Dampf-Kraft-Wagen); Wanderer, y Auto Union. El origen del nombre no es menos enigmático: ¿Por qué se llama Audi una compañía de coches y no una de equipos de audio? El fundador de Audi, Augusto Horch (1868-1951), tradujo al latín su apellido que en alemán que significa "escuchar" (la otra compañía que lleva nombre en la hoy lengua muerta es Volvo: "Yo ruedo", en el idioma de los antiguos romanos).

Como en un maratón de calidad y prestigio ha llegado hasta su presente, en el que goza de gran reconocimiento, sobre todo por su célebre transmisión quattro que, personalmente, he enfocado siempre a través del cristal de la seguridad, más que del rendimiento.

El TT y el bate, el guante y la pelota…
Para los que entienden y aman el béisbol no les resultará extraño que compare la experiencia al volante de este vehículo cautivador con el deporte de los guantes, el bate y la pelota. Como la pelota de béisbol, el Audi TT es redondo, y las costuras de la tapicería, del timón y de la palanca de cambios se basan en una gruesa tira de cuero de puntadas grandes y espaciadas como los costurones de la mencionada bola.

El interior del TT es tan ergonómico y se ajusta tan bien a la anatomía de su conductor y ocupante como un guante de béisbol lo hace a la mano (además de que huele a piel como la mejor mascota de un catcher) y también, al TT se le percibe el vigor de un buen swing con un bate.

Pero hay más: a bordo del TT uno se siente como si se desplazara dentro del lanzamiento del más veloz de los pitchers de las Grandes Ligas. Parte de esta sensación se debe a la más reciente edición del TT con transmisión automática. ¡¿Automático?! Claro que los puristas dirán que el máximo atractivo de este coche [como en el Porsche 911] radicaría en una transmisión manual. No lo voy a negar, pero este TT, dotado de automática, ni ha perdido su disposición, ni el comportamiento típico de una transmisión controlada a nuestro antojo por la mano.

Salta a la vista (es decir, al oído), que los cambios de esta transmisión automática se sienten como manuales. El sonido que emite el motor a punto de cambiar es el mismo himno de protesta de los pistones que le exigen al conductor que avance al próximo cambio en una manual. Pero si aún así el conductor quiere “tirar” los cambios, puede hacerlo a través del sistema Tiptronic que, en este caso, y mucho más notable que en transmisiones semejantes y con otros nombres según fabricante, a pesar de ocurrir a través de gobierno electrónico, es lo más semejante a un cambio manual que se pueda imaginar, comparable quizás sólo con la sensación análoga que produce la transmisión del Toyota MR2.

Lo demás
Este TT está acoplado a un poderoso motor de 3.2 litros que, a primera vista parece una cilindrada excesiva para un auto pequeño. El verdaderamente primer deportivo de Audi, con apenas unos años en el mercado, es todo un roadster de pies a cabeza, con el detalle que a diferencia de otros como el Honda S2000, que funciona más como un canto de sirena para el mercado masculino, el TT, tal vez compartiendo la característica únicamente con el Beemer Z3 y más recientemente el Z4, apela por igual a las conductoras que a los conductores. Y es esta doble personalidad a lo Dr. Jekill and Mr. Hyde que hace al TT exitoso en un mercado compartido, capaz de complacer a dos tiempos en la diferencia de género de su demográfica.

Por otro lado, el TT provoca, pero no asusta. Por eso resulta igualmente atractivo para los amantes de la velocidad que para aquellos que aún al timón de un roadster respetan los más bajos límites de velocidad de la ciudad. No es un coche que, sabiendo lo que es, genere en el conductor asustadizo la frase de, “yo no toco ese carro”. El TT promueve y garantiza la confianza coche-conductor.

El V6 del TT posee el rigor de construcción, la durabilidad y confiabilidad de la mecánica VW. La tecnología de 5 válvulas por cilindro es responsable en parte de la animosidad de esta planta motriz.

El interior del TT tiene estilo y es un buen ejemplo de cómo en un espacio reducido pueden distribuirse los necesarios elementos, inteligentemente. Una combinación de negro con acentos en aluminio, de diseño muy contemporáneo, cautiva inmediatamente a los ocupantes y, como en otros modelos de la compañía, el color-luz de los instrumentos en pizarra de noche es rojo.

Los materiales todos son de calidad superior.

Los frenos de TT son excelentes, capaces de meter en cintura el empuje de los 225-hp de su poderoso motor. Son ABS y, además, el vehículo cuenta con otros ingredientes como el ESP o Programa de Estabilidad Electrónica, EBD (Distribución Electrónica de Fuerza de Frenado) y Tranque de Diferencial Electrónico o EDL, todo lo cual garantiza un desplazamiento, control y frenado del coche precisos y fool-proof, no importa si el conductor comete alguna torpeza que comprometa la marcha del vehículo.

El paquete se completa con llantas de aleación de 18″ y lámparas de descarga de intensidad de Xenón. El audio es Bose, y el vehículo, en su máxima expresión, ofrece otras exquisiteces como Sistema de Navegación.

El precio roza los 50 grandes, una cifra justa, válida e inevitable, si atendemos a la factura del vehículo y el status que representa. Un buen perfume no se consigue por una bagatela…

En cuanto a handling, el TT es muy, muy comunicativo. El volante representa una conexión directa con las ruedas delanteras. No se percibe ni un milimetro de “juego” entre los movimientos del timón y la obediente dirección que, como en un coche de carreras, acata instantáneamente la orden de quien lo gobierna.

La precisa suspensión del TT, su chasis rígido y su gran torque hacen de él un genuino roadster, que comunica al conductor los detalles del terreno sobre el que se corre.

Resumiendo, el TT, cualquiera que fuere el modelo, es un auto que coloniza casi sin piedad la siquis del conductor, que se rinde a sus formas y performance sin resistencia alguna. Y esta versión automática que sin duda abrirá más aún su espectro de clientes, es un ícono del placer que produce el más instintivo y primario modo de manejar. Y, como en los buenos lanzamientos de un pitcher, esta pelota de béisbol que es el TT, ejecutará con presteza lo mismo una recta… que una curva. Sin que le saquen out (y tal vez ni siquiera se ponche…).