¿Qué le pasó al...

CHRYSLER AIRFLOW?

Por PEPE FORTE

Publicado en Sobre Ruedas Magazine

“Un auto no puede estar 10 años adelante de su tiempo”, dijo sabiamente en cierta ocasión Lee Iacocca. Eso fue lo que le pasó al Chrysler Airflow de los años 30.
  
   Uno de los autos más fascinantes fabricados jamás fue sin embargo un desastre comercial comparable al fiasco del Ford Edsel. Diseñado por el genial Carl Breer, el Airflow nació del otrora en boga concepto de streamlining, que pretendía coches aerodinámicos y por tanto más veloces y eficientes. Breer consultó al pionero de la aviación Orville Wrigth que le recomendó construir un túnel de viento para pruebas... y descubrió que la mayoría de los autos de la época eran más aerodinámicos ¡en marcha atrás! El fruto de la revelación fue el célebre perfil de lágrima del Airflow. 


Avanzado tecnológicamente, el Airflow tenía un motor de 8 cilindros en línea de 4.8 litros y 130 hp, acoplado a la transmisión semiautomática Overdrive, una mullida suspensión, y se desplazaba como la seda. Ícono de modernidad, arrancaba oprimiendo un botón, el asiento ofrecía 6 posiciones, y contaba con tacómetro y velocímetro concéntricos. Duro como una caja fuerte, el Airflow toleró un test de caída desde 100 pies de altura con la entereza de una cuchara que se cae de la mesa. Existe un trailer de cine de la época en que se le ve despeñarse sin perder su integridad. Pero lo trascendental del Airflow era su styling. Su forma era indiscutiblemente aerodinámica; parecía esculpido por una corriente de aire, que eso es lo que significa su nombre. Su distintiva parrilla frontal en “catarata”, su baúl de escurridera, el arquitectural interior al más auténtico estilo de la escuela Bauhaus y sus molduras de aliento Art Deco, hacían del Airflow una de las creaciones más exquisitas de la historia del automóvil. Pero ¡ay!, el público no estaba listo para un auto tan futurista. Sólo 11 mil Airflows se vendieron el primer año. Y entonces vino el pánico.

La compañía reaccionó. Para 1935 el grill fue sustituido. Mas, aún así, las ventas cayeron a 7751. Rediseñado en el año 36 bajó de 6275 unidades a 4600 vendidas. Y como la alcancía lleva corona de reina, ahí terminó todo. En 1937 el Airflow fue reemplazado por el más convencional Chrysler Airstream.
  
   Un auto maravilloso pero incomprendido, el Chrysler Airflow no mereció tal destino. Su único pecado fue estar adelante de su tiempo.